
El día lunes 3 de agosto, cerca de las 15 horas, en una estación de metro, esperaba el veredicto de tan ansiada respuesta, esa que yo siempre supe y que solo necesitaba su confirmación. Los minutos pasaban y yo no te veía bajar de ningún vagón, mientras me imaginaba diversas reacciones que podían cambiar todo lo que yo tanto esmeraba. No importo la irritación típica de una larga espera, ese característico enojo de la responsabilidad ajena inconclusa no me pudo aflorar, volver a verte me hizo sentir la misma emoción que cuando la amistad perdió su forma. Todo lo demás es el secreto que hoy de forma secuaz guardamos y que ya dos semanas cumple.
Estamos viviendo la parte linda de la conquista, esa parte de encantamiento mutuo en que todo es perfecto y bonito. Creo, ya pasamos una prueba de fuego cuando decidimos ser cómplices, los cómplices eternos que siempre de nuestros corazones quisieron salir y que nunca tuvieron cometido como el que tienen hoy.
Luchar contra viento y marea, algo que suena como utópico, es lo que desde pequeño me inculcaron y que en por ningún motivo olvidare. Ya sea en lo nuestro o en lo que la vida me presente, luchare contra todo por tener y ganar lo que quiero. Si hoy eso es tu amor, así será, de eso no te quepa duda.